Imaginamos que has oído hablar de la Fantasía como género artístico (literario, cinematográfico, etc.), ¿pero sabías que existen dos tipos de Fantasía? Acá te lo explicamos con más detalle.
Baja Fantasía
La Baja Fantasía se presenta en nuestro mundo o su pasado, o en un viaje que comienza desde él, con historias de aventuras realizadas por humanos, con tintes fantásticos. Los libros de esta categoría suelen ser más fáciles de imaginar para el lector, debido a la relación con la realidad que poseen, además de permitir imaginar que es posible (o habría sido posible) iniciar una aventura como la que presenta la novela. Un claro ejemplo de esto son “Las Crónicas de Narnia” de C. S. Lewis, donde niños de nuestro cotidiano mundo viajan a un mundo fantástico y consiguen convertirse en reyes y reinas. Otro ejemplo clásico puede ser cualquier relato del Rey Arturo, que se ambienta en la Inglaterra Medieval y tiene relaciones concretas con el Imperio Romano, donde se presentan Merlín y la señora Nimue como los únicos recursos fantásticos, si no se presenta Morgana.
Alta Fantasía
A diferencia de la Baja Fantasía, en la Alta Fantasía los mundos son casi completamente imaginarios, con reinos y países que jamás existieron en el mundo real. Se realizan grandes aventuras o actos heroicos, a niveles épicos, y la fantasía e imposibilidades son grandes recursos de la historia que, por lo general, hacen que las hazañas son llevadas a cabo no solo sean de manos de humanos sino que por seres de mundos fantásticos como enanos y elfos. Otra característica es la aparición de criaturas como dragones, trolls y orcos, elfos y enanos, silfos y ninfas, que colorean el entorno bajo el que el héroe se desarrolla. Los paisajes y el territorio suelen tener tanta importancia como los protagonistas, llegando a describir lugares, ciudades y accidentes geográficos con tal realismo que al usuario le sea fácil imaginarse en las tierras que el autor creó. El ejemplo más popular de esta categoría es “El Señor de los Anillos” de J. R. R. Tolkien.